Hemos pasado tantas lluvias
que se nos desinventan las caricias
y se nos estrangulan los besos en la lengua
Yo no puedo ponerme minifaldas
y a ti te están creciendo canas
en los reflejos verdes de los ojos
Tuvimos que emigrar de unas cuantas tormentas.
Se replegaron los relojes
en más de una ocasión,
diluyendo la tinta de algún sueño
Hoy tus duendes apenas se aventuran
a trepar por mi vientre,
los míos se emborrachan de desgana;
pero nos quedan risas
para vestir de rojo amaneceres
y hacer que ardan otoños.
Poema del día: "El primer día sin mi padre", de Tatiana Grosu (Moldavia,
1999)
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No recuerdo cómo fue.
Ni siquiera sé desde cuándo debería contar
dos días acostado en una caja de madera
en la habitación donde nadie ha vivido desde enton...
Hace 20 horas
4 comentarios:
Llueve en Montevideo, la primavera parece no recordar el camino de regreso a este lugar.
Por eso cuando lei este poema ,no pude evitar sonreir: lo confieso ,me gustaria poder escribir así.
Saludos desde una lluviosa y eternamente melancolica Montevideo.
Luis.
PD:por supuesto que si queres podes visitar mi guarida www.usaelreflejo.blogspot.com
Que no nos falte la risa capaz de incendiar otoños Anita, que nos nos falte.
Gracias por tu visita, Incal. Iré a devolvértela.
Un abrazo.
Ojalá no nos falte nunca la risa, Amparo.
Un abrazo
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