domingo, 27 de diciembre de 2009

Hasta el próximo año.

Amigos, me despido de vosotros por este año. Estaré por aquí tratando de leer lo que publiquéis, los que seguís haciéndolo, pero no voy a tener mucho tiempo (esto de la falta de tiempo está resultando ya muy manido, no?) de comentar ni de publicar. De publicar, ni de coña, porque sigo estando en el dique seco, o por lo menos no salen con la asiduidad que yo quisiera.

Este año estaba yo pensando en apuntarme a la moda de hacer balance del idem, pero sabéis qué os digo, que a tomar por saco los balances. Eso si, como no soy Dios, al que me haya hecho daño, que se le revuelva duplicado, y al que me haya hecho bien que se le multiplique por mil y les digo aquello que decía Drexler, “todo se transforma” y el amor que me distéis os llegará transformado en amor (suena cursilillo, pero al que se ría lo esmoño, que yo a mi Drexler le tengo mucha devoción).

Cuando yo era pequeña decía una vecina mía, que el Señor había dicho que viviríamos mil y más años, pero no dijo que fuéramos a llegar al dos mil. Por lo pronto vamos a poner el pie en el 2010. Esperemos que en el doce los Mayas no nos jodan la marrana.

Sólo un deseo para todos, SALUD, SALUD Y MÁS SALUD.

Hasta el próximo año

domingo, 20 de diciembre de 2009

Sin epitafio para la ingenuidad



Yo, que conservo en la memoria
el cuaderno de ruta
de todas y cada una de mis canas,
que por máscara de ojos
llevo las mil batallas que he librado,
y cicatrices en la carne
que no por ensayadas duelen menos.

Tengo espectros, con labios maquillados,
durmiendo apretujados en mi vientre
y, entre los dedos, humo de unos sueños
que hicieron la maleta.

Yo, que puse zapatos de tacón
a mis octubres hace tanto,
sigo sin encontrar un epitafio
para mi ingenuidad.



miércoles, 9 de diciembre de 2009

Me arrastré como serpiente


Yo llevaba, prendidos de mi espalda,
sueños apolillados.

En la lengua ilusiones desgastadas,
en el vientre aspereza.

Dentro de mis bolsillos
lápices de colores despuntados
y, cada cuarto de hora,
una renuncia entre los dientes.

Entonces no tenía nombres de humo
que lograran frenarme
ni sabía que un verso desataba
y me arrastré como serpiente
esperando tu ayuda para mudar de piel.

martes, 8 de diciembre de 2009

Enterrando mitos

Os vuelvo a agradecer a todos vuestras visitas y os pido disculpas de nuevo por no tener demasiado tiempo para devolvéroslas

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Lo que ves es lo que soy,
llegué a ti desde la fatiga de los espejos.

Carmen Iglesia

Llegué desde mi huída hacia delante.
Decidida a romper la sensatez del agua,
saqué a flote las sombras
y conjugué sus iniciales.

Ni las piedras desnudas,
ni la humedad de la madera
ni el verdor de los pinos que saludan aviones;
proyectaron la luz.


Sobre las noches, huérfanas de sábanas,
quiebro recuerdos en las rocas
y echo al mar las cenizas de un nuevo mito muerto

lunes, 7 de diciembre de 2009

Otra vez Carmen.

Puede que este sea, desde Te quería instante, el mejor poema que le he leído a Carmen. Tratándose de Carmen, sé que me es dificil ser objetiva, pero ¡qué leches! Lo hace de puñetera madre, sólo hace falta que ella se lo crea.


Fiesta (Poema de Carmen Iglesia)


Me habita un cementerio

Ana María Rodas


Es la noche más triste y todos bailan,
ignoran que en mi nombre se ha posado un ciprés,
un gélido abandono.
Nada saben del miedo en las orejas,
nada del cementerio,
ni de la piel que se maquilla a oscuras en un cuarto que es lápida.
Danzan mientras la música estrangula mi cuello.

Soy una despedida,
un sorbo de licor antes del postre,
una mujer sin pies ni manos,
un maniquí que mueve la cintura,
el repertorio de lo absurdo,
el maldito payaso de esta fiesta.