lunes, 29 de diciembre de 2008

FELIZ AÑO, A TODOS

Estoy hasta el moño de estas puñeteras fiestas en las que hay que beber, comer y fundir la tarjeta, por narices. Y si nos detenemos en el día de año viejo, apaga y vámonoss, hay que vertirse, cómo mínimo como un ferrero rocher y menear el body, también por narices. Eso sin olvidar lo de los tangas rojos (para aquellas a las que les quepa el culo en ellos), la liga roja o los calzoncillos rojos. A quién se le ocurriría semejante horterada?

Yo este año a las tradiciones incumplidas de otros años, voy a añadir las de las uvas. Me tendré que comer doce aceitunas porque mis queridísimos cirujanos con tanto rajarme y tanto toquetearme, me han obsequiado con una alergia al latex y los alérgicos al latex no pueden comer uvas (del vino no se dice nada y yo doy fe de que no me intoxica).


Parece que, si las predicciones no se equivocan, por aquí abajo vamos a despedir el año con mal tiempo. Como lo de la lluvia por estos pagos es algo más bien extraordinario, quisiera ver la botella mediollena y pensar que el año que llega va a ser también extraordinario. Por lo menos me conformo con que sea mejor que este maldito bisiesto que, por suerte, ya se termina.
Los bisiestos marcan mi vida, para bien o para mal, la llevan marcando desde que nací. Vine al mundo en bisiesto, me casé en bisiesto, mi hija nació en bisiesto (esta es lo más destacable de lo bueno que me ha pasado en bisiesto), pero también el allien me visitó en bisiesto y mi padre se me fue en este maldito año que quiero que acabe cuanto antes.
Ojalá esa vida nueva que se anuncia en mi familia para el próximo año venga si no con un pan, sí con un cesto cargadito de salud, debajo del brazo.

En fin amigos, que aunque no seáis muchos porque este blog mio anda más solo que la una, os deseo a todos los que paséis por aquí, lo mismo que deseo para mi gente, un año nuevo cargado de salud.

Un abrazo.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Te enseñaré libertad

Dicen que serás niña
y al tiempo que me bailan las pestañas,
se despeinan los miedos.

Vas a llegar a un mundo desigual
de burkas lapidados y ablaciones,
de bebés que se mueren por el hambre
y niñas sin derecho a la cultura.

A un país con igualdad en el lenguaje de la ley
y, también, con patada laboral
si decides ser madre.

A un lugar donde sapos asquerosos
se alimentan de sangre
gritando: la maté porque era mía.

Tendrás que superar muchos obstáculos,
pero tendrás el mar.
Y hasta mi último aliento,
te diré: Libertad.