sábado, 13 de junio de 2009

Pesan los recuerdos

Otra reposición mientras encuentro el tiempo para estrujar un poquito mi sequita inspiración.

Asomado al balcón que soy yo porque te amo,
pasas por mis recuerdos
igual que se atraviesa una casa vacía

Benjamín Prado


Pesan los recuerdos sobre los hombros
de esta calurosa noche de verano
en la que la luna dibuja
el llanto doloroso de los sauces
Atraviesan una playa de otro tiempo
en la que una cálida mañana
presentaste las credenciales de tu piel
a un tacto equivocado y, sin pudor,
te despojaste del rojo
que no podría ser en los calendarios.
Nunca tus aros de plata durmieron
sobre su mesita de noche,
ni en tu espalda sus besos
fueron despertador de las mañanas..
Ahora que nadie nos oye,
ahora que las cicatrices de la noche
no se reflejan en los espejos,
quiero recordarte que no es propio de tus años
llevar la puerilidad cosida al bajo de la falda
y que, por mucho que lo justifiques,
el rojo siempre fue el color de las rameras.

martes, 9 de junio de 2009

Pongamos que mañana dices vente

Pongamos que mañana dices vente
y que yo, desoyendo las razones
de la sangre, me calzo mi corpiño
de destruir las derrotas.
Meto en una mochila mi colección de sequías
y, después de descolgar el orden de las paredes,
llamo a tu puerta.
Podríamos idear ritos de lunes
y sorbernos poquito a poco la noche.
pero qué pasaría después?
¿Cogerías mis labios de la mano
para recorrer juntos los cien metros
qué separan tu casa de las olas?
O me tendré que conformar
otra vez más
con desnudar jeroglíficos en tus pupilas
y contarte lunares, ocultos tras las rocas

viernes, 5 de junio de 2009

A la niña de tintas

Para Carmen, porque es de bien nacidos ser agredecidos y yo agradezco enormemente el regalo de su amistad. El poema tiene un año y Tina ya no está, pero mi cariño por Carmen sigue invariable o mejor dicho, ha crecido desde que lo escribí.



La he visto, refugiada en el bolsillo
de su baby, manchado por la tinta,
ocultando los dedos
que a veces - sólo a veces-
acarician vientres de plastilina;
escondiendo su yo celosamente
trás cuadros no colgados.
Imitando a Tina
al jugar con ovillos de rarezas
que otra vez no serán
ovillos transparentes.
Se araña las rodillas en paisajes
cuajados de antenas
sin olvidar jamás el olor del Sur.
Y por las noches, mientras sus pestañas
se pasean por fotos irrepetibles,
se empeña en estrujar trozos de lodo
para vestirlos de agua.