lunes, 10 de agosto de 2009

Yo tenía la vida en ruinas

Yo tenía la vida en ruinas
y muy poquitas ganas de hacer obras.
Tú te ofreciste a defenderme
de la tristeza, que me arropaba,
cavando a golpe de sonrisas
una tumba para mis ganas de morirme.
Y, aunque ambos sabíamos
que los cuentos de hadas no existen,
en un amanecer, igual a éste,
tus manos generosas rodearon mi cintura
y dejamos que el mar,
con su lujuria blanca,
lamiera nuestras sombras.

4 comentarios:

Bibiana Poveda dijo...

y dejamos que el mar,
con su lujuria blanca,
lamiera nuestras sombras

Ana, qué bellísimo esto! Qué lindo despertar que me has brindado con tu poema.
La bebé está preciosa, también... me gusta ver cómo crece por las fotos que ponés.
Abrazos, reina, y muchas gracias!

Marian Raméntol dijo...

Coincido con el buen ojo de Bibi, Ana, un poema precioso y la mejor manera de expiar cualquier cosa, dejar que el mar nos lama.

Besos
Marian

Ana Clavero dijo...

Gracias Bibi. A mi no me acaba de convencer el poema, pero es lo que ha salido después de un montón de tiempo sin escribir.

Y respecto a mi niña, no sé si será pasión de abuela, pero está para comérsela.

Un besazo

Ana Clavero dijo...

Tienes razón, Marian, el mar lo expia todo, lo purifica todo y lo santifica todo.

Gracias por tu visita.

Un besazo.