Yo tenía la vida en ruinas
y muy poquitas ganas de hacer obras.
Tú te ofreciste a defenderme
de la tristeza, que me arropaba,
cavando a golpe de sonrisas
una tumba para mis ganas de morirme.
Y, aunque ambos sabíamos
que los cuentos de hadas no existen,
en un amanecer, igual a éste,
tus manos generosas rodearon mi cintura
y dejamos que el mar,
con su lujuria blanca,
lamiera nuestras sombras.
Poema del día: "Otoño", de Sandra Alek (Aleksandra Šarenac. Serbia, 1980)
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Chopin,
Vals de Primavera
en mi habitación en el otoño.
Yo soy un árbol
cuyas hojas están cayendo.
Se marcha irremediablemente.
Y no estoy triste, amor.
To...
Hace 3 horas
4 comentarios:
y dejamos que el mar,
con su lujuria blanca,
lamiera nuestras sombras
Ana, qué bellísimo esto! Qué lindo despertar que me has brindado con tu poema.
La bebé está preciosa, también... me gusta ver cómo crece por las fotos que ponés.
Abrazos, reina, y muchas gracias!
Coincido con el buen ojo de Bibi, Ana, un poema precioso y la mejor manera de expiar cualquier cosa, dejar que el mar nos lama.
Besos
Marian
Gracias Bibi. A mi no me acaba de convencer el poema, pero es lo que ha salido después de un montón de tiempo sin escribir.
Y respecto a mi niña, no sé si será pasión de abuela, pero está para comérsela.
Un besazo
Tienes razón, Marian, el mar lo expia todo, lo purifica todo y lo santifica todo.
Gracias por tu visita.
Un besazo.
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